Don Winslow es un escritor norteamericano un tanto crítico y ácido con la política de ese país. Ha sido periodista, detective privado y guionista. He leído de él tres libros, por ahora, ya que pienso leer más, pero es posible que haga un paréntesis en la novela negra para leer algo de otro tipo de género.
Estas tres obras son: Un soplo de aire fresco, Tras la pista del espejo de Buda y El poder del Perro. A esta última voy a dedicar esta entrada en el blog, ya que me parece la más elaborada y compleja obra de las tres.
EL PODER DEL PERRO es una novela muy bien escrita, traducida al castellano por Eduardo G. Murillo. Es una novela desgarradora y desgarrada, que toca aires de documental, y que ignora varias de las reglas no escritas de la novela negra convencional.
En obras anteriores (Un soplo de aire fresco es del 1991 y Tras la pista del espejo de Buda del 1992), Winslow demuestra conocer el género negro tan bien que se permite salir de él y enriquecerlo con relatos de viajes pintorescos y aventuras exóticas en Hong Kong o la China de Mao. Cosas que para reverendos clásicos americanos como Dashiell Hammett, Jim Thompson o Raymond Chandler son impensables.
Lamentablemente entre estas novelas y El poder del perro hay cuatro novelas no publicadas en español, por lo que me faltan elementos para hablar de la evolución de Winslow.
Pero volvamos a la obra que nos ocupa. En las más de setecientas páginas del libro la acción se desarrolla en varias tramas paralelas que se entrelazan y entrecruzan con habilidad. En ningún momento el lector se siente perdido por saltar de un personaje y escenario a otros, sino que sabe que todo está destinado a armonizar hacia un final bien diseñado y armónico.
Pese a su tamaño el libro no se hace pesado ni nos reserva su autor una final sorprendente que estalle como fuegos artificiales. No me gustan los finales que parecen la piñata de un cumpleaños infantil, de la que cae algo completamente inesperado y que rompe el equilibrio que el mismo autor había guardado. El final, cuando uno llega a él, no antes, es lógico y el más adecuado.
Pero, ¿de qué trata el libro? Dirá algún lector del blog, …si es que lo tengo. Pues no pienso hablar mucho de eso, tendrás que leerlo si te interesa; solo unos pocos detalles.
Todo libro se convierte en un universo particular con el lector con el que se funde. Cada persona se queda con algo del libro que le da un tono completamente distinto a de otras, muchas veces con ideas que ni el mismo autor sospechaba en despertar.
“Pobre ballena” fue el comentario que alguien hizo a Arturo Pérez-Reverte al terminar de leer Moby Dick. Seguro que en ningún momento Melville pensó en el suplicio del pobre animal.
Recuperando el hilo y volviendo al libro que nos ocupa, El poder del perro novela la miseria y la crueldad humana, la ambición desmedida y el ansia del poder. En el entorno de la lucha contra el narcotráfico entre países de Suramérica hacia México y Estados Unidos, surgen traficantes despiadados que conectan con las mafias de las grandes urbes de los EE.UU. y las guerrillas sudamericanas.
Winslow utiliza personajes muy bien construidos para retratar el lado humano, si es que esto es posible, de crueles traficantes culpables de cientos de crímenes de inocentes. Hace ver como inevitable que cada actor dé el paso siguiente en una escalada inhumana y desoladora. No es una historia de buenos y malos, quizás los supuestos buenos son peores que los malos.
Aparecen historias secundarias, como la financiación de la “contra” antisandinista, por parte del gobierno norteamericano, con dinero de la cocaína colombiana, que suenan terrible y elocuentemente reales.
Pero no olvidemos que la novela habla de personas, de seres humanos, capaces de actos terribles y de una generosidad increíble. Hay episodios muy duros y crueles, pero también amor. Hay traición llevada hasta los límites más espeluznantes, pero también compromiso y entrega.
El trasfondo de la política exterior de los Estados Unidos da escalofríos, aunque se trate de una novela; porqué tiene una verosimilitud pavorosa.